terça-feira, 23 de maio de 2017

El lanzamiento exitoso del cohete balístico “Hwasong-12” dio otra bofetada al fanfarroneado EE.UU.


El lanzamiento exitoso del cohete balístico estratégico tierra-tierra de mediano y largo alcance del tipo “Hwasong-12” dio otra bofetada al fanfarroneado EE.UU.

El nacimiento del “cohete Juche”, otro medio omnipotente para la defensa de soberanía, deviene un evento histórico que demostró a todo el mundo cómo se debe controlar a EE.UU. que se dedica al chantaje nuclear persiguiendo la opresión y la guerra.

Además, constituye una manifestación de la inagotable fuerza de la RPDC en crecimiento vertiginoso.

Son infructíferas en el caso de Corea la estrategia de pavor y la fanfarronada de EE.UU. que trata de probar a la primera hablando tanto de la “máxima presión e intervención”.

La estrategia en cuestión, orientada a alcanzar fácilmente la meta de agresión al crear extremada inquietud y ambiente de chantaje sobre otros países y naciones, se basa en la “diplomacia de cañonazo” que practicaban las potencias; inclusive EE.UU., en el pasado reciente para convertir en colonias a las naciones débiles amenazándolas con buques de guerra.

En vísperas del fin de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. se hizo el primer portador de arma nuclear del mundo y el caudillo del imperialismo y cambió la “diplomacia de cañonazo” por la estrategia de chantaje nuclear.
Una vez finalizada esa conflagración mundial, la estructura política mundial se ha dividido en el campo socialista y el capitalista.

Desde entoces, la estrategia norteamericana se ha enfocado en intimidar y derrumbar a los países socialistas que se fortalecían cada día más.

Al inculcar la doctrina reaccionaria McCarthyismo, EE.UU. instigó a sus habitantes a la “caza de comunista”, por una parte, y por la otra, como su versión exterior, declaró la Guerra Fría.
Recrudeció la demagogia para santanizar a los países socialistas y la confrontación militar con ellos.

La estrategia de pavor llegó al climax con la política hostil anti-RPDC.

Tras desatar a mediados del siglo pasado la guerra de agresión a Corea, el imperio cometió el acto criminal de volver a ejercer la amenaza nuclear sobre el pueblo coreano, víctima directa del primer uso de bomba atómica contra Japón.

Se torna más brutal que nuca la estrategia de pavor desde que apareció la nueva administración Trump.

Ella definió como política sobre Corea la “máxima presión e intervención” presentando como primer asunto de la política de diplomacia y seguridad la solución del problema nuclear coreano.
No oculta que su estrategia es la más intransigente y hostil que la de las sucesivas administraciones antecesoras, chismeando que el “modo de acercamiento al Norte de Corea significa “el golpe preventivo”.

Por conducto de las altas figuras de la Casa Blanca y los medios de prensa, anunció que la “opción militar está sobre la mesa” y la “vía militar es la única solución del problema del Norte de Corea”. Insatisfecho de ello, el mismo Trump publicó repetidamente en su Twitter los “artículos de advertencia” tildando a Corea de “amenaza de alcance mundial”.

Trajo a la Península Coreana otra crisis de guerra nuclear al movilizar en los entrenamientos militares conjuntos Key Resolve y Foal Eagle 17 no sólo las propiedades estratégicas nucleares, sino también los efectivos y equipos para la operación especial y adiestrar el golpe preventivo para la “eliminación de la Dirección Suprema” y el “derrocamiento del régimen” de la RPDC.
Hoy día, la estrategia norteamericana se ejecuta de modo multilateral y múltiple.

Además de la movilización general de 3 propiedades estratégicas, o sea, el bombardero estratégico nuclear, el ICBM y el submarino nuclear, obliga a los países vecinos y relacionados con Corea a aislarla en lo político y diplomático, sancionarla de manera superintensa y descomponerla mediante la penetración cultural.

Debido a dicha estrategia que destruye la paz y la seguridad mundiales y causa solamente la inquietud y la crisis de la sociedad internacional, reina en el globo terráqueo la ley de selva y se violan la justicia y la verdad.

Sin embargo, ella siempre sufre fracaso en el caso de la RPDC.

La RPDC se enfrentó sin vacilación alguna durante más de 70 años con la “única superpotencia” a que ni los poseedores de armas nucleares se atreven a rivalizar y recorrió con pasos firmes la única senda de la independencia, el Songun y el socialismo con el espíritu de ataque y la voluntad indoblegable.

El poderío estatal de la RPDC, que emerge como gigante por encima de EE.UU., y su ímpetu de destruir definitivamente este imperio del mal testimonian que la pomposa estrategia de terror de EE.UU. es la fanfarronada que ultraja únicamente a los países sin armas nucleares y las naciones débiles.

La inmensa fuerza de Corea, que hace temblar de miedo al imperio norteamericano, alardoso de millares de ojivas nucleares y de su condición de “primera economía mundial”, no reside en el dinero ni en la bomba atómica.

La profundidad estratégica que garantiza la victoria de Corea y el factor decisivo de este triunfo es el poderío de gran ideología.

Hoy día, brilla como potencia invencible la RPDC que cuenta con el gran poderío de ideología, la unidad monolítica inquebrantable ni con armas nucleares, el inagotable poderío militar y el espíritu de autofortalecimiento que no conoce lo imposible.

Ya pasó una vez por todas el tiempo en que EE.UU. amenazaba a Corea con armas nucleares.

EE.UU. ya no significa amenaza y pánico para la RPDC y está al revéz tal correlación.

Es enorme el poderío de Corea que acaba con la estrategia de pavor de EE.UU., manchada de despotismo, agresión e intervención, y conduce en la delantera la construcción de un nuevo mundo pacífico y próspero.

En el futuro también, la RPDC se defenderá con fuerza de justicia y salvaguardará la paz y la seguridad de la Península Coreana, la regíon y el resto del mundo.

Fraternalmente.

Instituto de Amistad Coreano-Latinoamericano y del Caribe